Los extraños

domingo, 24 de marzo de 2013


















De vez en cuando se encuentran los extraños;
dos nombres que se cruzan en mal tiempo.
Se tocan el alma sin tocarse el cuerpo,
y se regalan caricias de mentiras, y sueños.

Por un instante se conocen;
un instante largo y agradable;
que termina levemente y sin te quieros,
sin adioses y sin lágrimas, y sin promesas ni besos.

Queda entonces un saborcillo a nostalgia,
de algo que sin haber sido se sintió en el aire,
en un instante con olor a libro abierto,
a distancias, a quizás y a para siempres.

No se le puede poner nombre, y no hace falta.
Es un evento condenado a olvidarse,
pero hoy en este instante se me antoja,
que se parece al amor ese puñado de palabras
que se escapan de sus manos por las tardes.


                                                                                                        

Sobre este espacio

Desde el árbol de limón de mi infancia, bajo el cual jugué con muñecas y cosí diminutos vestidos, dije unas cuantas palabras de las que no podía decir en voz alta. No era dueña de las palabras.

Me fui, pero llevé el árbol de limón en el recuerdo.

Fui la niña torpe y libre, la adolescente culpable, la mujer que sueña, la mujer que intenta.

Pasados unos cuantos años soy dueña de varias cosas: amores, desamores, deudas, compromisos, unos cuantos aparatos, libros, algunos títulos guardados en alguna gaveta, palabras y muchos silencios.

Hay quienes conocen mis silencios, pero vos que estás de paso y leés de casualidad este puñado de escritos, conocerás mis palabras.

De antemano muchas gracias.

Con la tecnología de Blogger.